Finding Alice

“And I am, whatever you say I am / If I wasn't, then why would I say I am?” The Way I am. Eminem

He querido encontrar a alguien que no se quien es pero que he denominado Alice. Para ejecutar la búsqueda me disfrazo de conejo, salgo a los bares, me emborracho, fumo, me tomo fotos con cualquiera. Así por un año largo convertí al conejo en una celebridad de bajo perfil en la escena nocturna bogotana. Luego hago una acuarela de mi supuesta Alice (alguien que por demás ya me dijo que definitivamente no era la Alice que yo buscaba) o de cualquier otro, cuya imagen puedo encontrar en una red social de Internet (a través del espejo).

Pero antes vamos por partes. ¿Para qué buscar a alguien disfrazado de conejo? Evidentemente estoy buscando a una tal Alicia pero, ¿no era Alicia la que buscaba al conejo, en el cuento de Carroll, no era ella la que lo perseguía entrando en su madriguera? He invertido la situación y espero a mi Alice noctámbula. Salgo en búsqueda de mi perseguida, que aun no se muy bien quien es y por no saberlo, es obvio que ella está en una huída permanente. Así que, por mucho que yo quiera, el verbo siempre va a estar en el presente progresivo “finding”. El no encontrar es la clave.

¿Cómo es posible entonces embarcarse en una empresa que no busca un resultado último? Al parecer el haciendo, el buscando tiene una relación con la foto: todos los que salen conmigo y me encuentro en los bares nocturnos “están en fuga” y por eso hay que tomarles una fotografía para por lo menos así, y por lo menos por un momento, poder encontrarlos en su imagen estática y poseerlos. Son ellos mi placebo, mi sustituto de mi propia Alice. Este trabajo se ha desarrollado en mi contexto personal más inmediato (amigos, conocidos, fiestas) y en la red a través de redes sociales como facebook, o flickr, en las que el presentarse y definirse en un rol es necesario.

En principio este proyecto deviene de una mirada cínica y desolada hacia el sentimiento amoroso y por la visión romántica del amor, heredada de la tradición novelesca del XIX (Werther) o caballeresca de la edad media (la parodia del Quijote) y acentuada en los culebrones televisivos, en la que éste (el amor) se nos presenta como el destino manifiesto, el propósito último de todos los individuos y que solo es consumado plenamente en la presencia del otro. La frustración, la desesperanza ante este encuentro con el otro y la incredulidad ante la posibilidad real de este encuentro (el enamoramiento) me llevaron a trabajar a partir de estas ideas.

Pienso que mi trabajo intenta subvertir los pilares en los que se sustenta el amor en el sentido moderno: la identidad y el sujeto. Es a través del reconocimiento propio que nos figuramos ante nosotros (x=x); el ser sujeto como contenedor de una propia individualidad es necesario para afirmarnos ante el otro y lo que esto implica, en el amor: tú-me-completas y yo-me-vacio-en-ti (x=y). Sin embargo ¿tiene que ser esto de esta forma? Aquel “conócete a ti mismo” (x=x) va de la mano del “ama a tu prójimo como a ti mismo” (x=y), las dos parten de una idea de sujeto y unidad reforzada a través del tiempo con la idea de que es en la “unidad” que encontramos la verdadera felicidad.

Sin embargo he partido de la negación de esta idea, de esta afirmación de unidad y contención y he intentado minar el sustrato elemental del amor que es finalmente ser “uno mismo”. Walt Whitman decía “no puedo contradecirme porque contengo multitudes” y es esta posibilidad a la que le he apostado en este trabajo, disfrazándome soy multitudes. Soy incontrovertible, porque no me afirmo en nada (x=y=z…n) y aporético, sin la posibilidad de poder encontrar nada porque finalmente no hay nada que encontrar.

Gonzalo García Gaitán